
La decisión de externalizar la organización de la festividad del Eid al Adha evidencia un absoluto fracaso del equipo de gobierno de Ceuta.
Hacía tiempo que se vislumbraba el fastidio que causa en el seno del gobierno ceutí la organización de la festividad más importante en el calendario musulmán, por lo que era de prever que, de un modo u otro, todo era cuestión de tiempo para deshacerse de tan molesto encargo.
La improvisación a la hora de confeccionar el concurso y su tramitación por vía de urgencia, han concluido con la adjudicación del servicio sin que existan garantías sobre su ejecución y formal cumplimiento.
Resulta sorprendente que una administración otorgue por 4 años un contrato de ese calibre, cuando lo normal es licitarlo por uno o dos años, prorrogables en función de los resultados. Licitar por primera vez un dispositivo de tal calado por un periodo de tiempo tan amplio evidencia riesgos en su garantía de ejecución pues, como bien sabe cualquiera que tenga un mínimo conocimiento en los entresijos de una contratación, resulta muy difícil sustanciar posteriores correcciones y necesidades una vez adjudicada una obra o servicio.
La gestión integral del Eid al Adha debería ser pública, o en todo caso, mixta público/privada, pero siempre con la supervisión de lo público. El Gobierno de Ceuta se ha convertido en una máquina de desaciertos. La privatización del Eid al Adha es una clara dejación de funciones que afecta a toda la población, ya no solo porque la retirada y tratamiento de los despojos requiere cierta especialización a fin de evitar consecuencias para la salud de las personas, sino también porque su planificación exige cierto rigor técnico consensuado con otro de carácter religioso.

La organización íntegra de un evento que afecta a la seguridad y salud pública en una extensión de varios días exige, inexcusablemente, que la asunción de la gestión sea pública y no delegada en manos privadas en su totalidad. Velar por el bienestar y el buen uso de los recursos públicos debe contar con la máxima garantía de organización y grado de ejecución; compromisos políticos adquiridos que son responsabilidad de los órganos de gobierno de la Ciudad de Ceuta.
Detrás de esta decisión se oculta la inoperancia e incapacidad de un gobierno que no duda en eludir sus propias obligaciones, enajenando servicios por el simple hecho de que le molestan. Resulta inimaginable que esta situación pueda darse entre otras confesiones de principios, costumbres y festividades parecidas.
Mucho hay que aprender de los países europeos, así como de otros continentes, cuyas administraciones organizan el Eid al Adha con muchos meses de antelación, y haciéndolo para muchos, muchos millones de personas con absoluta normalidad.
La ductilidad y maleabilidad del colectivo musulmán de Ceuta, en especial de quienes manifiestan representatividad o cercanía al poder político, es de una gran magnitud, siendo de gran aprecio por quienes se sienten facultados para tomar decisiones como la privatización de una festividad tan importante como es el Eid al Adha. Para conseguir tan alto grado de plasticidad usan la irresistible fuerza del dinero, por lo que ante el vigor de este panal acuden multitud, ávidos de sed económica, lo que les hace desprenderse de todo aval ético y moral.
345,56 euros es el margen de diferencia entre la empresa seleccionada y la que le sigue, una empresa que durante los últimos años ha venido encargándose de la recogida y tratamiento de los despojos en esta festividad, es decir, ya bastante fogueada en el sector. Esta empresa presta servicio en más de 600 municipios y cuenta con una dilatada experiencia de más de 40 años de actividad. Es una S.A. De poco le valió.
Tan solo dos empresas se presentaron al concurso. La adjudicataria presentó su documentación 28 minutos después de que lo hiciera su contendiente, ambas en el último día. La agraciada ofertó nuevas líneas de sacrificio, lo que le supuso mayor puntuación.

La empresa adjudicataria fue constituida en febrero de 2013 con carácter unipersonal y CNAE 3317 (Reparación y mantenimiento de otro material de transporte). Su modo de gobierno es la administración única. Un primer cargo se ejerció entre febrero y junio del mismo año, recogiendo el testigo una segunda persona y sin cambios hasta el día de hoy. El 4 de junio de 2018 la empresa nombró un apoderado.
El objeto social declarado es: Construcción, instalaciones y mantenimiento. Comercio al por mayor y menor, distribución comercial, importación y exportación, actividades inmobiliarias, actividades profesionales, industrias manufactureras y textiles, turismo, hostelería y restauración, prestación de servicios, actividades D…
Esta mercantil figura en algunos listados de subvenciones. En noviembre de 2013 obtuvo una subvención de 42.061,57 euros, en el Marco del Programa de Ayudas a Proyectos de Innovación, según reza la descripción.
En junio de 2014 y bajo la actividad de “taller mecánico”, obtuvo una subvención de 13.500€, también en el Marco de Ayudas a Proyectos de Innovación, Línea 3, ayudas por contratación indefinida. Un mes más tarde, en julio de 2014, obtuvo 42.524,01€ del Programa Operativo FEDER, ejercicio 2014. En julio de 2017 y correspondiente al ejercicio de 2015, obtuvo una nueva subvención de 42.061,57€. Las cuentas de los últimos años distan mucho de ser un compendio de acierto y solvencia social y empresarial.
Las vinculaciones de las fuerzas vivas que integran la empresa adjudicataria se ramifican hacia otra de carácter académico, cuyo objeto social es “La impartición de enseñanza no reglada y de cursos de formación ocupacional”. Esta empresa obtuvo dos subvenciones en 2010, ambas de 48.060,00 cada una, lo que suma un total de 96.120,00€.
La situación extraordinaria de salud pública que supone el Eid al Adha demanda el despliegue y buen uso de los recursos públicos municipales, una planificación anticipada y organizada de técnicos profesionales y la implicación de todo el equipo de gobierno. Los musulmanes ceutíes deben poder celebrar su festividad con todo el respeto, seguridad y tranquilidad de una celebración reconocida por la ciudad, sea esta de carácter civil o religiosa.
Delegar la privatización de este asunto empobrece de funciones propias a la administración, a la vez que desvirtúa el carácter social de una festividad al consentir que en ella se entremezclen condicionantes mercantilistas. De no ser por la complicidad de quienes se sienten subyugados por el poder de la influencia social y económica, esta situación difícilmente se habría producido.

La Comisión Islámica de España ha despojado de honor y buenas formas a una gran parte de los musulmanes de España, pues es la entidad que en teoría debería velar para que este tipo de festividades se celebren con total normalidad y absoluta serenidad, defendiendo en todo momento que las labores relativas a su gestión y organización queden reservadas a la función pública, y sin que en ellas se introduzcan componentes especulativos y otros de índole comercial.
Tristemente esto no es así. La CIE carece de legitimidad moral para hablar en esos términos, menos aún para promover y forjar entidad y perfil propio conforme a los más elementales postulados de la ciudadanía, pues nada es tan justo como lo es la propia equidad social. La vista de la CIE es corta y de escaso recorrido, un camino que solo puede llevar a la ceguera. Se trata de uno de los males que aquejan a quienes comandan ese disparate de nave llamado CIE.
La CIE es la responsable subsidiaria moral de lo que pasa en Ceuta y en el resto de España. 30 años de CIE solo han dejado pobreza, miseria y un enorme sentimiento de desamparo. Mucho más grave es cuando la materia a tratar es dignidad y justa ciudadanía.