
La continuidad de Benjelloun al frente de la FEERI es necesaria para la propia organización, para los propios musulmanes de España y para el conjunto de la sociedad española en general.
La moderación de Benjelloun, así como los conocimientos y experiencia adquiridos durante todos estos años, hacen de la presidencia de Benjelloun una pieza clave para mantener la unidad y la estabilidad en todos los ámbitos en los que participa la FEERI. Tan legítimo es afirmar que con Benjelloun “se pudo hacer más” que con él “no se hizo menos”.

La comunidad musulmana de España necesita líderes con los pies puestos en el suelo y la cabeza puesta no sólo en los ciudadanos a los que representa sino en toda la ciudadanía en general. La realidad exige moderación y prudencia, y dentro de ese marco de actividad hay que hacer sitio para la confrontación constructiva, para expresar ideas y pareceres diferentes, todo ello con un único fin: mejorar las condiciones de vida de los musulmanes y el del conjunto de la sociedad española.
España tiene una gran historia, y como tal resulta un espejo envidiable en el cual mirarse. Es de vital importancia que los musulmanes actúen sin resquemores, que a una mirada despectiva no se le responda con otra igual o más dura. Nadie de los que hacen esas cosas o bien impulsan y favorecen actitudes discriminatorias hacia los ciudadanos musulmanes son maestros de los mismos; antes bien, más efectivo es mantener altos índices de tolerancia, y que son a fin de cuentas los que elevan la condición humana, y en consecuencia un mejor estado de ánimo.
Benjelloun es necesario, pero no solo porque sea una pieza que merece sitio en el tablero, sino porque también reúne condiciones humanas y profesionales de gran valía, también porque proporciona a la FEERI los ligantes necesarios para darle forma y espesura, lo que le posiciona como el líder que necesita la FEERI.
El problema de los musulmanes de España no es Benjelloun ni la FEERI, sino la CIE y la UCIDE, así como otros personajes que solo asoman la cabeza cuando suena la campana de las subvenciones. Y un ejemplo es la Federación de Musulmanes de España, FEME, con sede en Granada, absolutamente desaparecida de toda actividad social, cultural y religiosa, cuyo presidente parece haber pedido asilo en los confines de la propia ausencia. Otros se hallan afincados en Cataluña, donde tienen su reino de taifas a gusto y mejor remiendo de la propia CIE. O la Federación de Córdoba, acuñada a golpe de certificados halal, y así tantas y tantas, todas ellas irrelevantes para el conjunto de los musulmanes y de los ciudadanos en general.
El problema de los musulmanes y de España en general es la Comisión Islámica de España, sostenida por fondos estatales y que no se traducen en mejoras para quienes dicen representar, y que tampoco ofrecen pistas sobre cómo y en qué gastan el dinero que el Estado les regala cada año, y así llevan 30.
La FEERI y Benjelloun ni son un mal menor, ni ocultan procedimientos irregulares ni están procesados penalmente.
La FEERI ha sobrevivido a unas inclemencias y a unas trabas administrativas de afilado punzamiento, y eso tiene que servirle para ser más fuerte para afrontar el futuro como alternativa natural al poder omnímodo de la CIE.