miércoles. 31.05.2023

Docentes de ERI, docentes cautivos

* Si los privilegiados callan, poco pueden hacer los demás

* Villaescusa, con su silencio, desprestigia a todos los docentes de ERI 

* Llamar pidiendo la retirada del artículo resulta vergonzante; amenazar con acciones legales, también

* Los insultos proferidos por el círculo familiar del señor Villaescusa hacia  quienes gestionamos y mantenemos vivo este medio son inaceptables y dejan constancia de su nivel cívico, humano y  profesional

* Los títulos no siempre facultan para cultivar los frágiles tallos de  la educación y la tolerancia hacia opiniones distintas

 

 

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A quien tiene que denunciar es a usted mismo, ante el tribunal de su conciencia, esa de la que tanto presume, pero que no luce porque es escasa e intrascendente. Su narcisismo puede más que su sentido común.

El presidente de FEERI debería llamar al orden a este miembro de su Consejo de Gobierno, pues está dejando en mal lugar a toda la organización que preside.

Villaescusa personifica el cautiverio de los docentes de ERI. Un hombre con su formación debería intentar imponer un poco de sentido común en todo lo que rodea a la ERI, y no claudicar por temor a que no le emitan su certificado de idoneidad. Él, mejor que nadie, conoce los procedimientos y las prácticas que utiliza la CIE a la hora de seleccionar docentes, y sabe que es un modelo inaceptable en una sociedad libre y democrática, por cuanto que no valora mérito ni capacidad; menos aún, publicidad.

No dudamos que entre los docentes de ERI hay personas dignas y con vocación de enseñar y educar.  Es la integridad y profesionalidad de estas personas las que nos inspiran a escribir y a denunciar actitudes como las de Villaescusa y compañía, así como aquellas otras que ya son práctica habitual en los métodos de la CIE.

Hace poco publicamos un artículo que recogía la decisión de alumnos de 13 y 16 años reprobando a un docente nombrado a dedo por la CIE (alumnos reprueban docente). El silencio de los docentes sobre este asunto – y otros que ahora no viene al caso recordar- deja desamparados a estos pequeños, a la vez que demuestra, una vez más, su miedo a la CIE, así como  que saca a la luz la escasa calidad de su valor para encarar  debates que son de su exclusiva incumbencia.

La educación es un pilar fundamental en la vida de todo ser humano. Sin educación la vida se torna en laberinto sin salida y malogra anhelos y esperanzas, virtudes innatas que nacen y mueren con cada persona. Un docente no es cualquier cosa. Un docente ejemplifica el valor de la educación y de la cultura como valores sublimes en el desarrollo de todo ser humano.

Imaginar a todos esos pequeños atentos y con sus almas concentradas en todo aquello que les enseñan y cuentan quienes asumen la responsabilidad de trasladarles los conocimientos necesarios para enfrentar la vida, resulta cuando menos emotivo y digno de agradecer.

Pero para que todo eso suceda tiene que existir un clima de libertad, tanto para los pequeños como para quienes enseñan, es decir, que tanto unos como otros han de  acudir al escenario en el que van a encontrarse, unos para recibir y otros para dar, libres de hipotecas.

En el caso de la ERI ese clima de libertad y ausencia de deudas no existe. Una gran mayoría de profesores acuden atenazados por sus miedos; otros, por su incapacidad.  Y por mucho que intenten ocultar lo que les inquieta y preocupa, todo acaba por transmitirse a los alumnos. La suma no es otra que desorientación, falta de avances y fracaso.

Para acabar con el monopolio de la CIE en torno a la ERI se necesita la participación de los docentes. Sin ella, todo seguirá igual. Ellos seguirán cautivos. Y su conciencia también.

Docentes de ERI, docentes cautivos